Tenemos una familia natural que es aquella en la nacemos y nos criamos, pero también una familia espiritual en Cristo Jesús
Es así como debemos recordar que nuestra relación con Dios implícitamente afecta las relaciones con los demás y es por eso por lo que cuando oramos diciendo, “Padre Nuestro”, estamos reconociendo que somos parte de una familia cuyo Padre es Dios, y por la que tenemos hermanas y hermanos de la fe, con quienes compartimos en esta tierra.
Como cristianos entendidos en la Palabra de Dios, reconocemos lo que nuestro Señor Jesús dijo y que está contenido en el evangelio de Juan capítulo 13, verso 34, que dice, “Un nuevo mandamiento os doy, que os améis los unos a los otros” (RVR60), como bien sabemos esto no fue simplemente una sugerencia para llevarse bien, sino un mandato, algo que debe hacerse, no porque nos sintamos bien o no, sino porque somos obedientes a Su Palabra.
Amar es el elemento central de Dios, y como sus hijos en Cristo debemos amar, pero este amor significa que, tanto en los buenos como en los momentos difíciles estamos con ellos.
En la Biblia en la carta a los Romanos capítulo 12, versos 15 al 16, dice “Gócense con los que se gozan y lloren con los que lloran. Tengan el mismo sentir unos con otros. No sean altivos en su pensar, sino condescendiendo con los humildes. No sean sabios en su propia opinión”. (NBLA)
Estamos llamados a vivir juntos en armonía. Estos versos mencionan formas específicas de hacerlo, como acompañar al que sufre en su sufrimiento y reír con el que esta alegre, pero también nos convoca para que tratemos a todos por igual, sin egoísmo, ni altivez, colocando a los demás como superiores a nosotros mismos
Lo que implica hacer el bien siempre, a la familia y a la familia de la fe, buscando el bienestar común, orando con fe, compartiendo lo que tenemos con aquellos que están en necesidad, mostrando hospitalidad, para dejar a un lado el orgullo.
Cuando, como cristianos vivimos en armonía, expresando el amor el uno por el otro compartiendo cada momento de júbilo y llanto, nos convertimos en testigos fieles de la esperanza que hay en Cristo.
Cuando un familiar tuyo, quizás un primo, o un hermano, o tal vez tu papá, observa y ve como el amor de Dios se manifiesta en tu trato con todos, entonces la causa de Cristo avanza.
Esto es compartir el evangelio con actos de amor, brindando esperanza y levantando al caído.
Porque cuando amamos genuinamente a los demás, empezando por los de tu casa, ellos sabrán que el Señor es real y que tiene el poder para cambiar corazones, así estaremos mostrando el amor de Dios más con hechos que con palabras y ellos querrán lo que nosotros tenemos, ¡a Jesús!
Oremos “Amado Padre, ayúdanos a amar como Tú nos amas, puesto que queremos vivir con los demás de tal manera que nuestros actos demuestren que tenemos una relación viva, intima, poderosa y maravillosa contigo. Que podamos compartir las tristezas y las alegrías con la familia natural y con los demás, que vivamos en armonía y de manera humilde, lo pedimos en el Nombre de Jesús, Amén”.
Versículo “Gócense con los que se gozan y lloren con los que lloran. Tengan el mismo sentir unos con otros. No sean altivos en su pensar, sino condescendiendo con los humildes. No sean sabios en su propia opinión”. Romanos 12:15-16 (NBLA)
Buen dia
Juan C Quintero
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