“Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.” Juan 8:3-4
Pasaje bíblico muy conocido este, una mujer fue encontrada cometiendo adulterio, acto que era penalizado con una horrible muerte en aquellos tiempos; pero esta vez no hablaremos de la mujer que cometió la falta. Hoy hablaremos de aquellos hombres que públicamente la acusaron pretendiendo ser tan dignos como para juzgar a los demás.
Con frecuencia actuamos como estos escribas y fariseos, somos duros juzgando a otros que han cometido faltas. Confiamos que nosotros nunca caeríamos en faltas semejantes; y esto nos hace pensar que somos mejores o que tenemos algún derecho para acusar a los demás. Cuando usted acusa se hace semejante al diablo, quien es el único acusador de la humanidad.
Dice la palabra en Mt 1:7 “No juzguéis a nadie, para que Dios no os juzgue a vosotros. Pues Dios os juzgará de la misma manera que vosotros juzguéis a los demás; y con la misma medida con que midáis, Dios os medirá a vosotros”
¿Cuántas veces hemos rechazado a algunas personas porque han fallado ante la sociedad o porque nos han defraudado cometiendo un acto de debilidad? Los desplazamos e incluso rompemos los lazos familiares o de amistad.
¿Cuál es nuestro comentario sobre aquella chica soltera que ha quedado embarazada y que además la criatura es de un hombre casado? ¿Qué opinamos de ese vecino cristiano que aun comete algunas fallas? ¿Y qué tal de ese compañero de oficina que usted sabe está tomando indebidamente lo que no le pertenece?
No estoy defendiendo a los que comente faltas que son penalizadas según la biblia; lo que pretendo resaltar del mensaje es que no seamos como aquellos fariseos. No nos toca a nosotros juzgar, para eso está Dios.
Amigos, todos somos pecadores, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros…” 1 Juan 1:8 La diferencia es que algunos pecados salen a la luz y otros se quedan en privado o en conocimiento de unos pocos. En esto debemos meditar antes de levantar una crítica, un comentario burlón o antes de rechazar a alguien que ha caído en los engaños de satanás.
Nosotros estamos llamados a levantar al caído. Estamos llamados a restaurar al hermano. Es nuestro deber amar al prójimo; y amar significa perdonar, significa ser bondadoso, el amor busca ayudar al ser amado en cualquier forma y en cualquier tiempo. Y recuerde que amar es una decisión.
Si usted tiene cerca una persona que está en pecado vaya y ofrézcale alguna ayuda que necesite, porque seguramente muchos ya le han cerrado las puertas. Aproveche para hablarle del inmenso amor salvador de Cristo y la gran misericordia perdonadora del Padre celestial. Estas son las verdaderas obras de amor que agradan a Dios.
DECLARACION: Hoy decido ayudar y amar al prójimo.
Oración: Señor mío, dice tu palabra que perdonemos así como Tú nos perdonas, muchas veces te he fallado y Tú me has perdonado. Te ruego que pongas en mí un espíritu ayudador y un corazón a tu manera para amar a los demás en lugar de criticarlos o juzgarlos. Te lo pido en el nombre poderoso de Jesus. Amen.