Uno de los pasajes más impactantes en la Biblia sobre Dios-Padre es la parábola del Hijo Pródigo. Probablemente has escuchado la historia antes, trata del hijo menor que le exige al padre su herencia, se va a un país lejano donde dilapida todo su dinero en mujeres y alcohol, pero que luego regresa a casa avergonzado. Y es ahí es donde la historia es impresionante, porque es el momento cuando el padre corre a abrazar a su hijo.

Al hijo no le fue bien sin su padre y desperdició todo lo que había recibido. Cuando comenzó a morir de hambre regresó a la casa del padre con la intención de convertirse en uno de los sirvientes para que al menos pudiera tener comida y un lugar donde dormir. Pero lo que ese hijo nunca se imaginó fue ver a su padre corriendo hacia él. El hijo había preparado unas palabras en su mente para explicarle al padre a su regreso, pero aquella acción de amor de su padre puso sus palabras en un segundo plano. Mas bien creo que le padre puedo haberle dicho: “he esperado todos los dias a que vuelvas a casa y estoy muy feliz de que estés aquí. Estabas perdido y ahora has regresado”. ¡Que expresión de amor tan grande!. Puedes leerlo en Lucas 15:11-32

Te pregunto, ¿tratarías así a un hijo tuyo que solo hubiera querido de ti tu dinero y herencia económica?

Creo que para los padres de todas las épocas esta historia es un escándalo. ¿Cómo puede un padre correr a abrazar a un hijo que actuó tan insensiblemente?

Bueno, esta es una semejanza del Dios Padre que corre hacia un pecador que está como el hijo prodigo, es decir, que está sinceramente arrepentido

Es claro que cuando Jesús les enseñó a sus discípulos a orar tratando a Dios como “El Padre nuestro que está en los cielos”, de esta forma les estaba enseñando una nueva forma de ver y de relacionarse con Dios.

Aunque los líderes religiosos de esa época rechazaron el mensaje de amor paternal que presentaba Jesús porque para ellos las buenas obras los justificaban.

La figura que nos presenta Jesús es opuesta a la que los sacerdotes proclamaban, de ser un Dios castigador, ahora se presenta como un Padre amoroso que acepta a quien ha cometido muchos pecados.

En la Biblia en la carta a los Romanos capítulo 5, verso 8, dice “Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (RVR60).

Pero es real, nuestro Dios es un Padre de amor y restauración, Él, tal y como lo describe la parábola del hijo prodigo, siempre es capaz de correr hacia nosotros a pesar de toda ofensa que hayamos cometido, porque estas cuando venimos arrepentidos de corazón, ya han sido completamente pagadas por Jesús en la cruz.

Es por ese amor en que Él sale a nuestro encuentro para convertirnos en un nuevo tipo de personas, una persona renovada desde el interior, capaz de perdonar a los demás, de amar como amor sincero, de actuar con valores, de aceptar la justicia de Dios y de ser totalmente sumisos y obedientes a la Palabra de Dios; hombres y mujeres que alaban al Señor, que reconocen la soberanía de Jesús y que se disponen a compartir el amor de Dios y sus restauraciones con los demás, porque el amor de Dios es para todos los que decidan dejar su vida de pecado y venir ante el Padre con un corazón arrepentido.

Oremos “Amado Dios, Padre mío, mientras yo todavía estaba perdido, escuche tu llamado y corriste hacia mí con los brazos abiertos, dispuesto a abrazarme a pesar de todo mi pasado y de mis pecados cometidos. En Tu amor, Tú me has aceptado, y siento que me has recibido como el padre al hijo prodigo, diciéndome esas palabras que necesitaba escuchar, “Estoy muy feliz de que estés”. Gracias por aceptarme, por recibirme y por haberme hecho nuevo en Cristo, gracias por darme una nueva vida llena de fe y esperanza en la que mi vida será eterna contigo y en tu reino. Dejo todo para seguirte y humildemente te obedezco, lo declaro en el nombre de Jesús, Amén”.

Versículo “Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Romanos 5:8 (RVR60)